Duelo migratorio: la psicóloga Marina González nos trae 9 estrategias

Has aterrizado en Suiza

Todas las ganas del mundo en la maleta… o a lo mejor mucho miedo por todo lo que está por venir.

 “No puede ser tan difícil”, piensas. “Solo tengo que darme de alta en el censo, buscar piso, hacer amigos, aprender el idioma, buscar un trabajo… y no morir en el intento”.

Comenzar a vivir en otro país es un proceso que puede ser abrumador. Muchas veces subestimamos lo que significa a nivel emocional. Porque, aunque tengas un listado tipo to do, lo que no encontramos allí son los puntos:

–              Lidiar con la añoranza

–              Manejar el estrés de los primeros meses

–              Asumir la vergüenza que puede dar no poder expresarnos en el idioma

–              Y un larguísimo etc. 

Déjame decirte que el duelo migratorio es un fenómeno por el que vas a pasar, ya sea en mayor o menor medida. Migrando, estamos expuestos a lidiar con las pérdidas: de nuestros seres queridos, el idioma, la cultura, los paisajes… Puede sobrepasar nuestra capacidad de adaptación. 

Sin embargo, hay cosas que podemos hacer al respecto. Nadie te va a ahorrar el malestar, pero puedes conseguir reducir su intensidad. 

Aquí tienes 9 estrategias que te pueden servir:

1. Haz tuyo el barrio. Lo que nos resulta conocido nos resulta más agradable. Por ello, con el tiempo, nuestro barrio, los dependientes de las tiendas a las que vamos regularmente, el camino al trabajo… se van a convertir cada vez más conocidos y por tanto nos pueden aportar seguridad.

¿A qué esperas para salir a pasear?

2. Recupera tus hobbies. Usa estrategias que te servían antes. Por ejemplo, si jugabas al baloncesto, hacías yoga o te encantaba cocinar, hazlo de nuevo. También, puedes recuperar los pequeños rituales que realizabas antes de mudarte (leer un libro por  las noches, comprar flores los domingos, probar un restaurante nuevo una vez al mes…). Esto te puede servir como ancla y enraizarte, dado que es una constante que generará emociones agradables. 

3. No compares. Lo sé. No puedes evitar comparar las costumbres y experiencias de tu nuevo país con las de tu país de origen. Aquí es importante estar atento de no caer en la trampa de “en mi país era mejor”. 

Mantén una visión abierta y comprueba tu diálogo interior. Aquello que es diferente puede ser positivo. Evita idealizar.

4. Crea imágenes positivas. Si al mudarte al extranjero te has sentido triste, solo/a, desanimado/a, estresado/a… es habitual. 

Una estrategia que te puede funcionar es crear imágenes mentales positivas. 

Playas, bosques, praderas… Un lugar en el que te sientas a gusto, en calma. Puedes visualizar uno que ya conozcas, generar un lugar único para ti o incluso imaginarte que tú eres una montaña impasible o un árbol que se enraiza en el suelo.

5. Recompensas. Adaptarnos al nuevo entorno puede costar mucha energía, fuerza y nervios.  Por ello es muy importante que valoremos todo el esfuerzo que estamos realizando en forma de pequeñas o grandes recompensas. Desde un paseo por la ciudad sin prisa o un trozo de tarta a algo material. Cada uno define qué es una recompensa para sí mismo. 

6. Dale sentido. Seguro que tienes (o tendrás) momentos en los que solo pienses en volver a tu país natal. Cuando te suceda, acuérdate de por qué decidiste dar este paso. ¿Qué querías conseguir con él?

7. Analiza tu miedo. ¿Es al rechazo? ¿Al fracaso? ¿A estar solo? ¿A no ser importante para las personas que has dejado atrás? ¿A qué tienes miedo?

Conociendo el desencadenante del miedo y la ansiedad vas a poder cambiar tu diálogo interior de manera más precisa. Las nuevas experiencias que vayas sumando en el extranjero pueden ser una gran oportunidad para analizar, comprobar y reajustar ideas y creencias. También nos ayudarán a poner en marcha acciones para evitar que se produzca eso a lo que le tenemos miedo. 

8. Permítete cambiar tus planes. ¿Has intentado montar una empresa y no ha funcionado?  ¿Te habías planteado estudiar en el extranjero pero te has dado cuenta de que no te interesa? ¿Pensabas que vivir en el extranjero iba a propiciar un gran cambio interno y no se ha dado de esa manera? 

Que tus planes iniciales (montar una empresa, estudiar, comenzar de cero …) no sean llevados a cabo no implica un fracaso. 

A lo mejor existe otra estrategia que te ayude más. Date permiso para adaptarte a la vida que te está ocurriendo y no a la planificada en tu mente. 

9. Paciencia. Emigrar puede llevar tiempo. Se suele decir que de media se tardan unos 2 años en realmente sentirse acogido/a en un nuevo país: comprender la nueva cultura, el idioma, comenzar a tener un círculo de amigos en vez de conocidos… 

Mi nombre es Marina González Biber y soy psicóloga especializada en duelo migratorio. Si quieres profundizar más en estas herramientas para adaptarse a tu nueva vida en el extranjero, tengo una Guía para Expatriados con recursos, reflexiones, ejercicios y herramientas. 

Puedes descargarla aquí completamente gratis:

                                        (Botón:  Quiero mi Guía para Expatriados)

Mis datos de contacto:

www.mgonzalezbiber.de

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@psicologaexpat

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